Título original: The Spy Who Loved Me
Autor: Ian Fleming
Año: 1962
Editorial: Jonathan Cape
Grado: D
Reseña: Hugo C
Advertencia: amigo lector, esta reseña contiene spoilers que sin duda te quitarán las ganas de leer el libro, pero lo cierto es que al final me lo vas a agradecer.
Cuando Ian Fleming vendió los derechos cinematográficos de sus novelas, estableció que de una de ellas sólo podría usarse el título, pero no el argumento. Esa novela era The Spy Who Loved Me (1962). Así es, almitas crédulas: en la novela original no hay espía rusa, ni Lotus submarino, ni misiles nucleares ni matón con dientes de acero. Tampoco aparecen M o Q o tan siquiera Moneypenny. ¿Y entonces?
La protagonista de The Spy Who Loved Me es una chica llamada Vivienne Michel, quien trabaja en un motel cuyo dueño, un tal Sanguinetti, arma un plan para hacerse de un poco de dinero fácil. El plan consiste en contratar a un par de matones para que maten a la empleada y le prendan fuego al motel así él luego puede cobrar el dinero del seguro. Así que la pareja de caseros, que también está en el ajo, se va y deja a Viv a cargo del motel vacío. Llegan los matones, que no son los típicos asesinos a los que el cine bondiano nos tiene acostumbrados: nada de dientes de lata o sombreros arrojadizos o pistolas bañadas en oro, simplemente un par de malandras de pacotilla, uno más feo, el otro más flaco, a cual más horrible.
Ya los pillos se disponen a violar a Viv para después matarla –como si la novela no fuese ya lo suficientemente sórdida– cuando llega un misterioso pasajero en busca de alojamiento. Menos mal, porque a todo esto uno se ha tenido que tragar dos tercios de la novela y hasta ahora es una de Corín Tellado en la que la tipa cuenta: "yo antes salía con Fulano, y me trató mal, luego conocí a Mengano, y me engañaba…", etcétera. Para peor, la chica es la narradora, así que aún cuando llega Bond, lo vemos desde la perspectiva de esta tontorrona ingenua. Como dije, es muy novelita de Corín Tellado, pero con ese elemento criminal de los malandras que si bien se han quedado con las ganas de violar a Viv aún quieren matarla y quemar el hotel, sólo que ahora también tendrán que cargarse a Bond, que se hace el sota pero en seguida capta la situación.
(Mientras comenzaba a escribir esta reseña estuve dándome una vuelta por Reddit, y alguien mencionaba una noticia acerca de un tipo que se había robado un par de zapatillas de una tienda en Buenos Aires y tuvo tanta mala suerte que el primero que acudió ante los gritos del propietario no fue sino un ex campeón de karate, que le hizo una o dos tomas a lo Jackie Chan y lo inmovilizó hasta que llegó la policía. ¡Hay que tener mala suerte! habrá pensado el caco mientras se lo llevaban. Lo mismo les pasa en la novela a estos malandras de ficción, que esperaban tener que vérselas con una empleada de motel y no con un agente secreto con licencia para matar.)
Por otra parte, la protagonista es una tipa común y corriente, que cobra el salario mínimo y hasta ahora sólo ha salido con dos o tres tarambanas, y se cruza con James Bond, quien le termina salvando la vida, ayudándola con las herramientas de su oficio: al fin y al cabo, Bond es un asesino a sueldo del gobierno inglés que se zampa matonzuelos como estos dos infelices con cada desayuno.
Y sucede lo previsible: la tipa queda fascinada, con los ojitos con corazoncitos… no como quien ha visto las películas, pero casi. ¡Oh, qué hombre, qué recio!, piensa. Por supuesto que terminan yéndose a la cama, pero al final de la historia –ya con Bond en otro lugar ocupándose de algún otro asunto mucho más importante– alguien le dice a Viv algo así como: "Mirá, no te hagas muchas ilusiones, este tipo vive en un mundo de peligro y aventuras, y vos sos una tipita común", lo que es un buen consejo. Igual, la tipa es tan hueca que antes de que se enfríen los cadáveres ya está pensando en echarle los galgos a un policía motociclista. Viv cierra el libro asegurándole al lector que "todo, hasta el menor detalle, quedaría grabado en mi corazón para siempre" La adaptación en tiras para el Daily Express (con dibujos de Horak) la hace exclamar: "¡Oh! Nunca olvidaré al espía que me amó…" No a la espía que me amó, ojo. La traducción correcta en este contexto es en masculino, ya que se refiere a Bond, y no a Viv, que es una tipa común y corriente, y no exactamente Modesty Blaise.
En cuanto a los demás personajes: Sluggsy y Horror terminan bajo tierra y Sanguinetti y la pareja de caseros van a parar a la cárcel. Y colorín colorado, este cuento ha terminado. O no, porque no es un cuento, que al menos hubiera sido breve y por lo tanto más soportable. No señor, es una novela, y por lejos la peor de la serie de novelas de James Bond. Sólo para completistas, y aún así, limitando la lectura al último tercio del libro. Para el resto de la humanidad, está la película.
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